Las tiendas de telas se llenan en estas fechas de lentejuelas, rasete, fieltro y mucho pelo. Un montón de tejidos sintéticos y de baja calidad, fáciles de coser y con una vida corta por lo general.
Al mismo tiempo, nuestras casas están llenas de retales y prendas que no usamos o están en mal estado y a las que podemos dar una segunda vida.
Aquí yo me declaro profundamente afortunada. Tengo un niño, de imaginación desbordante y con una capacidad infinita para emocionarse, que me obliga cada año a romper todos mis esquemas.